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jueves, 22 de abril de 2010

No abriste la puerta


Las gotas que recorren su frente son como perlas.
Espinas que se hunden silenciosamente en su frente
y lo peor es que nadie se ha dado cuenta
por que en esas condiciones la sangre sale por dentro.

pero... no abriste la puerta
y nadie la abriría por ti,
no buscaste las rosas y las azucenas,
no miraste entre las cejas,
para reconocer lo divino de los ojos
ni abriste la boca
para probar el dulce sabor de unos labios volando.

No abriste la puerta por miedo
porque habías sufrido tanto
sin que nadie te hiciera todavía sufrir y
te habías cansado tanto del cansancio
que todavía no podías sentir.

No abriste la puerta porque siempre te
la cerraron o tal ves al pasar como fantasma
tu la habías clausurado.

No abriste la puerta porque te despojó la realidad,
te encontró en la maravillosa desnudez de los cueros
que en muchas ocasiones se portan con una horrible vergüenza
o una exagerada vanidad destrozada entre las rocas.

No abriste la puerta por que te deslumbra el sol
y nunca, yo lo se, has soportado su brillo o sus ocasos;
quisieras tiempo a tono con cada parte de tu estado.

No abriste la puerta porque presentías la jungla
y la oscura naturaleza de la hiedra
cuando abraza y muchas veces va asfixiando
en agonía.

No abriste la puerta porque siempre has necesitado
el cariño y la confianza que se revela
del otro lado, pero también te requiere a ti el
misterio no revelado.

Y después de tu gran duda te diste la vuelta
y no abriste la puerta
decidiste caminar por ese largo pasillo
para poder algún día acercarte a otra
y girar con toda la confianza la perilla.