Cuando tu desmayo dejaba salir un viento acidulado,
la veleta entre la lluvia me llevaba al secreto infinito
de los puntos cardinales.
De entre el oxido tupido de los labios olvidados,
salieron mil lenguas de dragón hacia la luna esperanzada
y, en el frio intenso de la arena más quemada, un cuerpo inerte
yacía sin refugio en la nostalgia.
Se despelleja, así pareja, bajo las nubes de un calor insoportable
la consistencia de una tarde tras la puerta entreabierta de tu alma.
Corazón, corazón de palma, ventrículo punzante que arrebata,
cápsula rellena de sustancia que mueve soledades, refrigera
el rimel de los ojos de venado que se mueven como
estrellas en la oscura y desolada carretera.
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