Hoy renuevan sus placeres
el Ogro y la Princesa
que no por ser hermosa
deja de ser también santa.
El Ogro nunca es desdichado
pues en su eterno malestar
siempre guarda en su costal
cumplidos que complacen a su dama.
La Princesa se transforma
cada tarde y en un aire misterioso
guarda para cada quien un beso
silencioso.
El Ogro se ha hecho hábil
en el arte de ocultarse
y de alguna forma siempre
guarda el modo.
La Princesa no es menos talentosa
para dar a cada quien una
versión aceptable de su historia.
El Ogro busca amor en las afueras
del pantano grumoso en donde
se encierra.
Y la Princesa hace puntas
con sus pies
cuando logra salir del
oscuro laberinto de sus sueños.
Los cuentos de Ogros y Princesas
guardan siempre la visión
del mundo que los encierra
y son grandes quienes los leen
pues siempre las acomodan.
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