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lunes, 14 de diciembre de 2009

Hay un corazón viajando en los vagones por la noche.
No hay visión, solo la luz lejana de promesas olvidadas.
En la garganta hay un nudo de pastillas de esperanza
y la vaivén continuo de este viaje sin retorno.

Hay una vida jugando con el polvo de una estrella.
No hay pasos frágiles que se atoren en la niebla.
En los labios frescos hay un viso de nostalgia
y el sabor intenso de un amor derramándose en la taza.

Hay miradas que se encuentran y se funden con el aura.
No hay seres, son tan solo nubes blancas colmadas de pasiones.
En los cuerpos vibra sin descanso el deseo
y la piel va al encuentro de experiencias denodadas.

Hay un lamento permanente entre centésimas de dicha.
No hay miedo solo cuerpos que se ciñen como espadas.
En los dedos queda el paraíso agreste de este mapa
y el territorio se convierte en una flor que muy temprano se levanta.

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